miércoles, 19 de octubre de 2011

ALGO EXTRAÑO


Las horas de los baños y las cenas generalmente, ponen nerviosos a los padres.

Entre el típico: "...ya me duché ayer, ¿por qué tengo que hacerlo hoy también?"; y el llanto (o canto) del bebé reclamando el biberón, unido al final del día con el cansancio acumulado a las espaldas de los padres, esas horas, pueden convertirse en un pequeño infierno.

En mi caso, cuando la hora es más o menos prudente (entre las 20.30 y las 21.00 +/-), me encanta estar con vosotros dos y hacerte el biberón o bañarte o ver cómo tu hermana juega contigo en el baño o ponerte el pijama...

Ayer por la tarde llegamos a casa y tu madre fue a comprar para cenar, mientras yo me quedé con vosotros.

Le dije a tu hermana que abriera el grifo del agua caliente y la dejara correr para bañarse un poco más tarde.

Mientras, yo te preparé el biberón y como parecía que tenías bastante hambre, empecé a dártelo.

Tu hermana estaba apunto de meterse en el baño y aunque le dije que no se metiera en el agua hasta que yo fuera para comprobar la temperatura, se metió y pasó lo que me temía: el agua estaba muy caliente y al meter el pié gritó y empezó a llorar.

Contigo en brazos y sin dejar de darte el biberón fuimos hasta el baño para ver qué le pasaba a A. Al llegar, la calmé y justo cuando ya parecía que la situación estaba bajo control, me di cuenta que te estabas mirando al espejo sin dejar de chupar el biberón y cuando ya íbamos a regresar a la tranquilidad del salón, hicistes algo muy extraño, algo que hasta este día no habías hecho: empezastes a llorar como si te hubieran hecho mucho daño; era un llanto distinto que nunca te había escuchado y no había manera de calmarte. Intenté mantener la calma y a la vez que te cantaba una especie de nana, te acariciaba. Pero tú seguías desesperado en tu llanto.

Vino mamá y como de costumbre, ella quiso controlar la situación.

Al principio creía que tenías mucha hambre y por eso no te calmabas, luego pensó que te habías hecho daño o que te habíamos hecho daño accidentalmente, como seguías llorando pensó que la leche no te gustaba y te hice otro biberón distinto y finalmente, después de unos 15 minutos (o menos) de llanto desesperado, te quedastes dormido como un angelito.

Lo extraño de todo esto es que por unos minutos decidistes cambiar tu habitual risa, por un llanto desesperado.

Seguro que solo fue algo pasajero.

viernes, 14 de octubre de 2011

TUS DESPERTARES MACHOTES.


Todo el mundo parece coincidir en que eres muy simpático.

Esa característica sueles acentuarla más de madrugada.

La naturaleza es sabia.

Supongo que si te despertaras en mitad de la noche (que no lo haces) llorando y pataleando, tus padres terminarían de los nervios, pero cuando te toca comer a eso de las 6 de la mañana o las 7 (horas muy, muy prudenciales) da mucha alegría ir a tu encuentro y ver cómo nos recibes. Eres la felicidad personificada: risas, sonidos guturales (tu madre dice que hablas), gestos de vergüenza y aspamientos varios con los brazos y tus piernas boludas (aceptación 7ª dicc. R.A.E.)...

Por el momento, yo aprovecho para jugar contigo e intento levantarme a esas horas para disfrutar juntos de cosas de machotes..., sin chicas, ya sabes:

-Te cambio el pañal
-Te doy el biberón...